La presidenta ha manifestado su descontento con la oposición, señalando que sus críticas son un "teatrito" e incluso sugiriendo que tomen clases de yoga para calmarse.

Esta postura resulta desconcertante, especialmente cuando su administración goza de una mayoría abrumadora en el Congreso y control sobre otras instituciones clave. La pregunta que surge es: ¿por qué un gobierno con tanto poder se molesta por la existencia de una oposición que lucha por un espacio?

La analogía con un equipo de fútbol que va ganando 7-0 y se enoja porque el otro intenta anotar un gol es muy pertinente. Esta actitud no solo deslegitima el rol de la oposición, sino que también sugiere una aspiración a la unanimidad política , a un país donde no exista el pensamiento diferente.

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La importancia vital de la pluralidad

La diferencia es fundamental para una república sana y pluralista. El debate, el desafío a las tesis gubernamentales y la crítica constructiva no son obstáculos, sino herramientas que enriquecen el discurso público.

Creer que un gobierno puede o debe operar sin oposición es una visión que nos aleja de los principios democráticos. La pluralidad de ideas y la existencia de contrapesos son esenciales para prevenir los abusos de poder y asegurar que todas las voces sean escuchadas.

El riesgo es evidente: si se desincentiva la crítica, el país podría transitar hacia un modelo de pensamiento único, donde el debate público se atrofie y la toma de decisiones se concentre en una sola figura, limitando la posibilidad de progreso genuino y colectivo.

Leonardo Curzio: el cansancio del poder, cuando el gobierno temerario pierde la tolerancia a la crítica

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