La atención es la moneda más valiosa de nuestro tiempo, y a veces, la que más escasea. En una ciudad acostumbrada a las tragedias, resulta sorprendente cómo un suceso tan devastador como la explosión de una pipa en el Puente de la Concordia , en Iztapalapa, ha pasado casi inadvertido. A pesar de haber cobrado la vida de 29 personas, la indignación pública no ha sido acorde con la magnitud de la tragedia.

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29 víctimas inocentes, un llamado a la conciencia

Estas víctimas no murieron por un error o imprudencia propia; simplemente se encontraban transitando por la vía pública cuando un accidente fatal les arrebató la vida. En un mes marcado por la memoria de los terremotos de 1985 y 2017, la muerte de casi 30 ciudadanos debería haber encendido las alarmas y exigido una reacción contundente por parte de la sociedad y las autoridades.

La urgencia de la protección civil

El hecho de que esta tragedia no haya captado la atención que merecía es un reflejo de una posible insensibilidad colectiva o, quizá, de una sobresaturación de noticias que desvía nuestro enfoque. Se espera que las medidas de protección civil anunciadas por el gobierno de la ciudad sean lo suficientemente rigurosas para evitar que una tragedia similar vuelva a ocurrir. No podemos permitir que la muerte de estas 29 personas quede en el olvido. Su memoria y el dolor de sus familias deben ser un recordatorio constante de la urgencia de fortalecer la seguridad en nuestras calles.

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