Leonardo Curzio: accidentes de pipa exhiben el fracaso de la regulación vial en CDMX

La velocidad de las pipas de gas y gasolina en la CDMX sigue siendo una amenaza latente.

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Publicado por: Leonardo Curzio

La seguridad del transporte de materiales peligrosos en la capital no puede depender de la suerte. Accidentes recientes en Tláhuac y Gustavo A. Madero demuestran que, a pesar de los anuncios y las reformas regulatorias, el riesgo de una nueva tragedia sigue siendo alto. Urge una acción inmediata de Protección Civil y un control real sobre el cumplimiento de las normas, antes de que la realidad nos recuerde nuestra vulnerabilidad con un costo de vidas.

 Fuga de gas tras accidente de pipa de gas en Avenida Tláhuac
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Tras el accidente de una pipa, el gas comenzó a dispersarse como humo blanco que hizo recordar a lo ocurrido en La Concordia hace exactamente un mes en Iztapalapa.

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Muchos anuncios y pocas acciones

La realidad le ha ganado a la retórica gubernamental. Recientemente, dos accidentes de pipas en distintas zonas de la capital (Tláhuac y Gustavo A. Madero) pusieron en alerta máxima a los ciudadanos, recordando la tragedia evitada. Estos incidentes revelan el fracaso en la aplicación de las políticas de seguridad vial.

Hace poco, se anunció una reforma al Reglamento de Circulación que limitaba la velocidad máxima de estos vehículos a 30 km/h, buscando reducir el riesgo de siniestros. Sin embargo, la frecuencia de los choques sugiere que dicha normativa está siendo sistemáticamente ignorada por los transportistas.

La urgencia de acciones reales

El gobierno capitalino también ha hablado de revisar Normas Oficiales y de iniciar conversaciones con la industria para mejorar los protocolos. Si bien estos pasos son valiosos a largo plazo, la urgencia del presente demanda acciones inmediatas.

Protección Civil debe intervenir con determinación. Es inaceptable seguir poniendo en riesgo la vida de miles de capitalinos por el transporte desregulado de gasolina y gas en arterias principales y municipios densamente poblados. La pregunta es seria: ¿Cuándo se tomará en serio el riesgo del transporte de materiales peligrosos en México? Los accidentes no generaron muertos esta vez, pero la tensión y la vulnerabilidad siguen presentes. El gobierno tiene la obligación de gastar su tiempo y recursos en garantizar la seguridad antes de que ocurra lo peor.

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