Leonardo Curzio: la hostilidad recaudadora del SAT
El INEGI confirma una inercia económica negativa tras un crecimiento mediocre en 2023.
El anuncio de los datos del Producto Interno Bruto (PIB) por parte del INEGI no arroja ninguna sorpresa: la economía mexicana arrastra una inercia declinante desde 2023, pasando de un “crecimiento mediocre” a una peligrosa “zona negativa”.
El optimismo legislativo, que espera un crecimiento del 2.4% el año próximo basado en las previsiones de Hacienda, contrasta con una realidad generada por decisiones políticas que “nos alcanzan”. La lección es clara: de “aquellos polvos son estos lodos”.
El gran discurso gubernamental, la constante estigmatización de empresas extranjeras y los cambios legislativos unilaterales han ahuyentado la inversión, y lo que hoy se siembra se cosechará mañana. La urgencia del gobierno por recaudar agresivamente a través del SAT no es más que un intento desesperado por tapar los “hoyos” y la enorme deuda que se está contrayendo.
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La realidad frente al optimismo oficial
La economía mexicana ha pasado de registrar un crecimiento calificado como “mediocre” a ingresar a una “zona negativa”, confirmando la inercia declinante que se viene arrastrando desde 2023. Esta realidad choca de frente con las expectativas que los legisladores mantienen, quienes esperan un crecimiento del 2.4% para el próximo año, una cifra basada en las previsiones optimistas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Sin embargo, la trayectoria económica es el resultado directo de una serie de decisiones tomadas bajo la premisa de que las cosas se pueden hacer unilateralmente, como lo demostró la polémica política aérea con Estados Unidos, que terminó por tener un costo directo para el país.
El gran discurso y la hostilidad a la inversión
La falta de crecimiento tiene una explicación causal en la política pública: el gran discurso gubernamental se ha dedicado a ahuyentar la inversión. En lugar de generar prosperidad, la constante estigmatización de empresas extranjeras y los cambios en las leyes han provocado una perspectiva económica poco favorable y una profunda incertidumbre. La consecuencia lógica es la nula inversión que se refleja en la desaceleración del PIB.
A esta hostilidad se suma la política recaudatoria del gobierno. Recientemente, la U.S. Chamber of Commerce ha señalado la percepción de que el SAT está actuando de una manera opaca y tremendamente agresiva.
El gobierno parece estar priorizando la recaudación fiscal a toda costa, lo cual, según el análisis, tiene el objetivo de “ir llenando los hoyos” o la enorme deuda que se está contrayendo en el presente. El riesgo de esta política es claro: la agresividad fiscal puede provocar que se retire la inversión americana ya instalada en México. No hay “manera de engañarse"; las decisiones de hoy hipotecan el futuro.
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