El aluminio mexicano ante el reto arancelario: entre la dependencia y la diversificación
La industria del aluminio enfrenta una coyuntura crítica tras los incrementos del 25% impuestos por Estados Unidos bajo la Ley 232, que penaliza las piezas no producidas completamente en Norteamérica.
La industria del aluminio ha sido golpeada con dos incrementos del 25% bajo la Ley 232 del presidente Trump. Estas medidas penalizan las partes de aluminio que no son totalmente producidas en Norteamérica, situación difícil para México, país importador natural del metal.
Pese al impacto, el sector confía en un acuerdo favorable con las actuales negociaciones de la Secretaría de Economía con el gobierno estadounidense.
México produce más de 24 millones de toneladas anuales de aluminio, de las cuales el 60% se exporta a sectores automotriz, aeroespacial y de construcción.
Sin embargo, tras una década de crecimiento de dos dígitos, 2025 podría cerrar con crecimiento cero. La cámara busca diversificar mercados en América Latina, Europa y Asia, aunque el 80% de las exportaciones aún se dirigen a Estados Unidos, lo que mantiene la vulnerabilidad del sector.
Las razones por las que se sumaron aranceles a este metal por “seguridad nacional”, podrían ser porque es estratégico en aplicaciones militares, como el “alon” o vidrio transparente de aluminio, el blindaje de vehículos y cohetes, y su uso como combustible en la industria aeroespacial.
El aluminio es vital para la industria automotriz y la electromovilidad por su ligereza y resistencia, y con condiciones favorables, México podría consolidarse como uno de los productores más competitivos del hemisferio occidental.