Expectativa para el cierre del año para venta de autos y retos y horizonte 2026
El 2025 se perfila como un año difícil para el sector automotriz: caída en ventas, consumo débil, amenazas de aranceles a vehículos chinos y el persistente ingreso de autos usados desde Estados Unidos.
El panorama automotriz mexicano llega a fin de año con una mezcla de cautela, preocupación y expectativa. Desde inicios de 2025 se anticipaba que no sería un año sencillo: las señales de desaceleración económica, el menor dinamismo del consumo y las amenazas proteccionistas de Donald Trump colocaron al sector en una posición frágil. Hoy, con el cierre del año a la vista, las cifras confirman lo que muchos temían: las ventas de autos nuevos han caído ligeramente y los consumidores parecen más reticentes a adquirir bienes duraderos ante un entorno cargado de incertidumbre.
A este escenario se suma un fenómeno persistente que sigue distorsionando el mercado: la entrada constante de vehículos usados desde Estados Unidos, los llamados autos chocolate, que compiten directamente con las unidades nuevas y afectan a los distribuidores formales. Por otro lado, la posible imposición de aranceles del 50% a los autos provenientes de China genera inquietud entre las marcas, los importadores y los consumidores. Un movimiento así podría alterar toda la cadena de valor automotriz, incrementar los precios y frenar aún más la demanda interna.
Pero los desafíos no terminan ahí. México enfrenta un contexto político y económico que complica las decisiones de inversión: la renegociación del T-MEC, las tensiones comerciales globales y la falta de claridad en algunas políticas públicas aumentan la percepción de riesgo. La inseguridad, además, continúa siendo un obstáculo estructural para la confianza de las familias y las empresas. Comprar un automóvil, más allá de ser una necesidad o un símbolo de progreso, se ha convertido para muchos en una decisión postergada por temor, desconfianza o simplemente por falta de poder adquisitivo.
Mientras tanto, la industria observa con atención los movimientos en el Congreso respecto a los aranceles y al marco regulatorio que podría definir el rumbo del mercado en los próximos años. Las decisiones que se tomen en los próximos meses serán cruciales: de ellas dependerá si México logra mantener su competitividad como productor y exportador automotriz o si el país se enfrenta a un periodo prolongado de estancamiento.
El horizonte hacia 2026 no parece despejado, pero tampoco está perdido. La resiliencia de las armadoras, la capacidad de innovación tecnológica y el potencial del mercado interno podrían convertirse en los motores de una recuperación paulatina, siempre que exista una estrategia clara y coordinada entre gobierno e industria. Por ahora, lo único cierto es que el cierre de 2025 deja más preguntas que respuestas para un sector que, históricamente, ha sido uno de los pilares del crecimiento económico nacional.