Desempeño de la industria camionera y horizonte para el resto del año
El 2025 no ha sido benévolo para la industria de camiones, autobuses y tractocamiones en México. La producción, exportación y ventas internas registran caídas importantes, tal como preveía el sector ante la política proteccionista del gobierno de Donald Trump.
La industria mexicana de vehículos pesados —aquella que produce autobuses, camiones y tractocamiones— enfrenta en 2025 un escenario especialmente adverso. Las cifras no engañan: tanto la producción como las exportaciones y ventas internas están a la baja. Aunque preocupantes, estos resultados no sorprenden. El entorno global, dominado por el retorno del proteccionismo comercial encabezado por Donald Trump, ha encarecido y limitado el acceso al mercado más importante para México: Estados Unidos. Nuevos aranceles, menor crecimiento económico en el país vecino, y una fuerte presión para relocalizar la producción al interior de sus fronteras han golpeado a fondo a la industria automotriz nacional, particularmente al sector de vehículos pesados, que depende en gran parte del dinamismo norteamericano para sostener su flujo de exportación.
La situación se agrava por factores internos. En México, la economía probablemente cerrará el año con números negativos, afectando la inversión en bienes de capital como los camiones y tractocamiones. A esto se suma la falta de una política industrial clara, más allá del discurso, que permita recuperar competitividad y brindar certidumbre a los inversionistas. La entrada continua de vehículos “chocolate”, sin regularización efectiva, representa una competencia desleal que debilita aún más las condiciones para el mercado formal. Además, la desconfianza empresarial se ha convertido en un obstáculo estructural para el repunte del sector.
El resto del año plantea más desafíos que certezas. El sector demanda respuestas: políticas públicas activas, coordinación con la industria, y medidas que realmente impulsen la producción, la modernización y la confianza. Porque si algo queda claro en este 2025, es que el sector automotriz pesado no puede esperar más promesas. Necesita dirección, certidumbre y una estrategia clara que le permita resistir, adaptarse y, eventualmente, recuperar el terreno perdido frente a la turbulencia económica que se extiende dentro y fuera del país.