VIDEO: Festival Bandemia acaba en caos y cancelación, lanzan extintores a los asistentes

El Festival Bandemia, planeado como una plataforma para el rock alternativo nacional, se convirtió en un desastre el pasado 2 de agosto en Naucalpan. Lo que prometía ser una celebración de la música independiente terminó entre disturbios, fallas de seguridad y una cancelación inesperada.

En adn40 te explicamos qué ocurrió, por qué fracasó el evento y qué dijeron los organizadores, bandas y asistentes.

Bandemia fue presentado como un evento crucial para bandas emergentes mexicanas. Con más de 25 actos confirmados, el cartel incluía nombres como Belafonte Sensacional, Mint Field, Mabe Fratti y Juan Cirerol. La Sala Urbana, en Naucalpan, sería el epicentro de este esfuerzo por unir a la comunidad del rock independiente en un solo lugar.

Los boletos costaban desde $100 en preventa hasta $650 en acceso general, y se vendieron por plataformas como Passline. El público, entusiasta y comprometido con la escena alternativa, esperaba un día memorable de música y convivencia. Sin embargo, lo que ocurrió distó mucho de esas expectativas.

Desde las primeras horas, el evento mostró señales de mala organización. Asistentes con boletos en mano reportaron problemas para ingresar, especialmente quienes compraron mediante transferencias sin recibir un código QR válido. Esta falta de control marcó el inicio del caos.

Hacia la tarde, Protección Civil limitó el ingreso al alcanzar un supuesto tope de mil 700 personas, aunque la capacidad era de 2 mil 500. Muchos se quedaron fuera a pesar de tener entradas. La comunicación fue casi nula, lo que provocó frustración y tensión.

Fuera del recinto, los ánimos se calentaron. Videos mostraron al personal de seguridad rociando a la multitud con extintores, mientras algunos intentaban forzar su ingreso. Hubo denuncias de agresiones físicas y verbales. Dentro, incluso se registró un apagón.

Protección Civil y la policía intervinieron. A las 21:00 horas, se anunció desde el escenario la cancelación oficial. Los organizadores culparon a las autoridades locales, pero evitaron asumir plena responsabilidad por la situación.

Bandemia prometió reembolsos para quienes no pudieron entrar, pero pidió seguir sus redes para detalles, lo que generó desconfianza. Muchos denunciaron que no se compensaría el gasto de traslado ni el tiempo perdido.

El uso de plataformas poco claras y la venta sin control efectivo evidenciaron una planificación deficiente. El público señaló falta de transparencia y acusó a la organización de poner ganancias por encima de la experiencia.

Varias bandas se solidarizaron con el público. Valgur criticó la violencia contra asistentes; Mint Field responsabilizó a la seguridad y al venue. Los artistas lamentaron no haber podido tocar y respaldaron a sus fans.

En redes, los asistentes expresaron decepción. Denunciaron malas prácticas, falta de comida y desinformación. Algunos acusaron a los organizadores de replicar dinámicas de festivales comerciales, traicionando el espíritu independiente.

El caso Bandemia deja una lección clara, sin logística sólida, ni la mejor intención basta. El evento, que buscaba visibilizar la escena alternativa, acabó opacando a sus propios artistas por errores evitables.

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